viernes, 24 de enero de 2014

El paisaje de Herce

La hermosura de muchos pequeños pueblos del Valle del Cidacos está en su paisaje. Para mí la auténtica belleza  de Herce reside en el color de sus peñas rojas, tan rojizas que  al mirarlas creo viajar hacia algún lugar lejano visto en las películas del oeste de mi infancia.
Despiertan mi inquietud las grietas abiertas por el tiempo que parece están a punto de resquebrajar enormes rocas, pero todos mis temores se esfuman ante la espectacularidad de su color con la luz del atardecer en esta tarde lluviosa de invierno. Es una cita ineludible.
Mojadas, nevadas o con sol las cuevas y palomares de estas peñas forman un conjunto rupestre excavado en una gran farallón de arenisca y arcilla que no deja a nadie indiferente.
Todo el Valle desde Quel hasta Santa Eulalia está lleno y, a diario, personas de paso muestran su interés haciendo parada para fotografiar esa multitud de cuevas.
Los palomares tienen unas hornacinas y todo apunta a que siglos atrás muchas de ellas albergaron urnas funerarias de eremitas. Salas y pasadizos hacen de estas cuevas un sorprendente paisaje con vistas al pueblo y su entorno desde miradores naturales.
Podemos contemplar como los buitres leonados anidan en las paredes de estas peñas a la vista de cualquier paseante.
Otra alternativa es mirar bajo la serenidad de la noche la peña más grande de Herce que bautizaron como la Peña del Moro, deja viajar tu imaginación y mírala y descubre encantado, el rostro de un indio tallado en la roca.



lunes, 20 de enero de 2014

Vía Verde y Lagares Rupestres
Salgo de Herce, pueblo riojano que bien merece unas letras en otro espacio, villa en la Edad Media primero de señorío y después de abadengo, por la Vía Verde del Cidacos dirección a Arnedilo, desde el km.26, es un paseo muy transitado por ciclistas, ociosos jubilados y otros tantos paseantes amantes de la naturaleza.
Pasada la antigua "Estación" de Herce utilizada hoy como albergue, emprendo el camino siguiendo los indicadores del recorrido para disfrutar de las áreas de descanso, del entorno y otros lugares de interés.
El otoño acaba de hacer su presencia, si miro de frente, al horizonte, veo como suavemente caen las hojas de chopos altivos y en los mismos se oye el gorgeo de pájaros aprovechando los rayos de sol en esta época del año.
Los densos zarzales tienen sus frutos negros, sabrosos y aunque espinados me abandono al capricho de comer las dulces moras. 
Paso a paso contemplo las tierras de cultivo de regadío, trabajo incansable de labradores trabajadores. Predominan los frutales, tales como melocotoneros, granados, perales y especialmente los ciruelos. La primavera los viste de un oloroso manto blanco y es un entorno natural, tan maravilloso como lo es hoy, el aroma que se aprecia a fruto maduro que caracteriza la realidad, la vida y la variedad de este valle.
El camino es largo, recto y el paisaje, el mirar ese cielo azul, adivinar a dónde irán los aviones que lo cruzan o contemplar el majestuosos vuelo del buitre leonado es UNA APRECIACIÓN MAGNÍFICA, para el alma y el espíritu. 
Bajo la mirada de las nubes, y veo la ermita del Salvador y el castillo de Herce, una estructura defensiva, que se encuentra en la cima de un impresionante escarpe rocoso. 
Paseo entre grandes cañales,chopos negros jóvenes y viejos, espinos blancos, olmos cuyas verdes brillantes hojas se han tornado amarillas por el otoño, densas encinas y el colorido agracejo, una planta leñosa y de hojas espinosas de color rojo. 
Saludo a quien trabaja la tierra, a quien pasea y a quien va caminando absorto en su pensamiento. Disfruto de todo mientras los pájaros algo deben festejar porque no dejan de cantar. 
Cruzo el puente sobre el río Cidacos, testigo de caudal en otros años y al que esperamos en pocos días llegue el agua y le devuelva la estética natural. 
Las grandes choperas son visitadas casi a diario para buscar setas, afición cada día mas generalizada por frecuentes jornadas micológicas. 
Tomo un desvío de la Vía Verde, la antigua carretera a Préjano y ya podemos contemplar otro paisaje, veo la hermosura de los olivos con su fruto indispensable en la cocina mediterránea, árbol grande, de larga vida y troncos nudosos. 
Vecinos conviven los almendros, llenos de fruto en otoño, su época de recolección y los que me embelesan y agitan mis sentidos cuando casi  a punto de llegar la primavera estallan en esplendor botánico sobre el Valle del Cidacos completamente florecido. 
Por fin llego a mi destino: los Lagares Rupestres, cavidades rocosas donde antaño depositaban la uva, aligerando así las faenas del campo sin la fatiga de transportarla cada día a casa.
Aprovecho el final de mi paseo y me siento bajo una encina, observo, admiro, disfruto...
El sol es pálido a esta hora...
Estoy a la misma distancia de Préjano que de Santa Eulalia.
Desde aquí se divisa el magnífico panorama del Valle del Cidacos, sopla un viento suave y benévolo de otoño, nada más se puede NARRAR, SOLO SENTIR, MIRAR Y ADMIRAR
Porque como dice la frase de Canción de Cuna "SABER MIRAR ES SABER AMAR"

sábado, 18 de enero de 2014

Ahora que has entrado aquí es que muestras interés por mis ilusiones, mis viajes, mis fotos o por cualquier tema que tenga necesidad de compartir. Pretendo informar de la belleza diversa por la que a veces sólo pasamos por su lado y no la vemos y que me acompañes en mis paseos o en mis viajes con el deseo de que alguno lo hagas realidad guiado sólo por las palabras de una entusiasta que vive todo con intensidad: la música, la gastronomía, el paisaje, el vino...etc, esta será mi mayor ilusión.
Aunque no esté a la altura de tus sueños te invito a probarlos y que te permitas el deseo de mirar estrellas, descubrir cultura pasadas, calzarte unos buenos zapatos, visitar cuevas y castillos...¿he hablado del cielo? Intenso, Inmenso, Iluminado, estrellas y estrellas en explosión y que te sientes en cualquier mesa que a buen seguro podría ser otra estrella michelín
Numerosas propuestas: bicis, paseantes, termalismo. senderismo u otras alternativas que hacen que el tiempo se detenga con un plato de pimientos del piquillo, un vaso de Rioja, un concierto de jazz o el gran regalo de visitar el lugar en el que vive gente con corazón que es la que queremos encontrar en cada viaje. 
Se bienvenido a este lugar de encuentro y al bonito y sanísimo ejercicio de perderse o encontrarse en este viaje A TRAVÉS DE MIS OJOS