sábado, 7 de noviembre de 2015

CAMPOS DE LAVANDA. LA PROVENZA


Esta vez,  a través de mis ojos podéis viajar para ir sin pretextos al destino de los colores, aromas, pueblos de piedra, montañas, sol y rincones que artistas como Vincent Van Gogh y enamorados del lugar como Picasso plasmaron en sus pinturas, lugares tan coloristas como campos que estallan del color de la lavanda en flor y elegantes girasoles. 



La primera ciudad que visitamos es Nimes, no alargamos la estancia pero una vez instaladas en el hotel nos lanzamos a eso del asombro y el encanto de descubrir un nuevo lugar rumbo, con nuestro coche, hasta el centro histórico. Es una ciudad con muchos restos de la época romana y se conservan en muy buen estado, entre ello el "Arena de Nimes" dónde aún se celebran espectáculos taurinos. Tras nuestro asombro ante el anfiteatro, continuamos nuestro paseo, las calles están llenas de pequeñas tiendas de artesanía y paso a paso llegamos hasta la Maison Carrée, es el nombre que recibe un templo romano situado en el centro histórico de Nimes. 


De pronto la animación es bulliciosa en aquel bonito bulevar, es un rincón precioso en una jovial ciudad en la Provenza francesa. Nos sentamos en una terraza a cenar en una cálida noche de verano. Encuentro delicioso mi tiempo con un café escuchando la explicación evocadora de mi amiga y sus conocimientos en historia, mientras observamos las perfectas líneas rectas de las columnas corintias de uno de los templos romanos mejor conservados. Es un lugar dónde originalmente se encontraba el foro de la población y nosotras viajando con una preciosa luna llena.
Nos encantó y sorprendió muchísimo la ciudad de Arles, tanto que resulta difícil explicarla en pocas palabras, no se espera uno encontrar un edificio como el Arena de Arles en pleno casco antiguo cerca del río Ródano, es similar al Arena de Nimes o el Coliseo de Roma, se utiliza para mucho tipo de eventos, sobre todo las corridas camarguesas porque en esta zona de Francia hay mucha tradición taurina. Este coloso está rodeado de casas de estilo provenzal, rincones hermosos y pintorescos, preciosas calles repletas de tiendas con productos de lavanda y de cafés y justamente ahí en uno de esos cafés de estilo romántico "Le Café le soir" es imposible no sentir la presencia de Van Gohg, ese gran pintor y su legado en la Provenza francesa. 


A pocos pasos nos encontramos un colorido mercado: queso, antigüedades, telas típicas, productos provenzales, hierbas y especias de la región, colores vivaces, situado en la calle dónde se recibe alegre a quien llega a la ciudad. 
Callejeando es cuando se descubren los encantos que tan famosa han hecho a la Provenza. Espacios que nos fascinan, lugares por los que han pasado grandes genios plasmando la belleza en sus pinturas. Disparo fotografías preciosas a orillas del Ródano, fotos de instantes alegres, de risas, fotos de tiendas exquisitas, de fachadas llenos sus balcones de macetas con flores, fotos siempre protagonistas de bellos tesoros. Es entonces cuando te relajas y sientes el olor a lavanda, sabores en ese restaurante que ofrecen platos regionales provenzales, elegimos con sencillez y mientras comemos en la plaza hay un músico que nos ameniza con su acordeón. 
Continuando nuestra ruta admiramos la llanura de estanque de La Camargue, llanuras de arena, agua y tierra. Llegamos a Avignon, circulando por el perímetro de sus murallas y ya se siente la ciudad con un encanto especial. La Plaza Pie, el Palacio de los Papas, el Puente Saint Bénecet el casco antiguo, todo un conjunto de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Llegamos en un caluroso día de julio, el río Ródano es espectacular en su amplitud. Toda la ciudad acoge en ese mes el Festival de teatro, comedia y música que desfilan por las calles y plazas, el ambiente es excepcional, somos dos turistas en una fiestas y como en todas la ciudades de la Provenza, hay muchas terrazas y restaurantes con ambiente alegre, animado, mediterráneo...el viaje que nos llevará hasta el mar y en este recorrido el cielo azul intenso es la fascinación de la naturaleza y el deleite prolongado y vivaz de los campos de lavanda. 


Encontramos muy diverso el paisaje, metidas por las carreteras de montaña, pueblecitos sobre peñascos, bosques de encinas, fresnos y romeros. Carreteras que serpentean entre rocas calcáreas, que protegen a los longevos olivos. 
Saint-Remy en Provence nos resultó un lugar precioso, esencia y poema a la Provenza, salvo porque es el lugar de nacimiento de Nostradamus o el lugar preferido por Carolina de Mónaco no hay nada que hacer excepto ver el pueblo con su encanto, tomar un café o presenciar la vida refinada por la calle y los comercios. Huele por todo el pueblo igual y en el campo el viento mueve lentamente el azul de la lavanda. 
Nuestra siguiente parada es Gordès, la necesidad de defenderse de invasiones y ataques de enemigos hacen que este pueblo esté sobre un empinado roquedo, está considerado como uno de los pueblos más bellos de Francia, nos encanta con su castillo y fortaleza medievales. 
Esta ruta finaliza en la Abadía de Senanque, el ritmo es tranquilo en este lugar del mundo, a pocos metros admiramos el conjunto monástico en el que habitan los monjes cistercienses. Pero la belleza típica que lo rodeas podríamos decir que es "casi magia", un increíble campo de lavanda en un maravilloso florecer. Gozamos absortas de la bonita panorámica y esta vez caminamos entre sus largas filas florecidas, hacemos fotos, olemos la flor y el encanto del lugar hace que llenemos de aire los pulmones y como en un suspiro en ese respirar deseamos que esta visión nos perdure siempre y a través de mis ojos os digo que es un auténtico paraíso para los apasionados de los bellos paisajes de este planeta. La contemplación es lenta y placentera inmersas en el azul de enorme campo de lavanda como si fuera una lección de ciencias naturales, como una meta turística a la que hemos llegado. 


Y volviendo a nuestro coche serpenteamos la carretera pensando en ese paisaje camino de la costa azul, si queréis seguirnos también lo veréis A TRAVÉS DE MIS OJOS